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Camino de Santiago (Francés) O pedrouzo- Santiago de compostela

21-08-2018

Antes de nada me vais a permitir que divida esta entrada en dos vídeos, quiero mostrar por un lado el camino y por otro la catedral, que merece por si misma una entrada.

Aquel día decidí levantarme temprano y empezar a andar lo más pronto posible, mi plan era simple, llegar a Santiago para las 10:30 o las 11 de la mañana, recoger mi Compostela e ir a la misa del peregrino.

De modo que me levanté a las 5 de la mañana, ya había dejado todo mi equipo listo para la última etapa, sin bastones, pero el camino te da lo que necesitas y encontré un callado hecho con un tronco antes de empezar a andar.

Consejo Nómada: no permiten ni mochilas grandes ni bastones en la catedral, así que hay planearse como llevarlo todo en esta última etapa.

Al principio todo iba bien, vas por el pueblo con sus farolas dando luz y no piensas en lo que viene a continuación, los bosques gallegos, más negros que el sobaco de un grillo, y donde en ocasiones veías el reflejo de tu linterna en ojos que te miran en la espesura.

(Por cierto mi móvil decidió hacer el vídeo al revés y no se editarlo para darle la vuelta, por eso se ve el vídeo de esta parte hacia abajo)

Con este miedo me encontraba yo cuando otra duda me empezó a atacar… ¿Donde cojones sello hoy?

Pero ya había empezado, decidí que el camino siempre te da aquello que necesitas, de hecho llevaba la prueba en mi mano y seguí andando, disfrutando de la oscuridad del bosque y del manto de estrellas que me envolvía cuando cruzaba algún claro. ¿habéis andando por la noche bajo un manto de estrellas? Pues si no lo has hecho estas perdiéndote una experiencia genial, eso sí hazlo tomando precauciones…

Poco despues de entrar en el bosque tras un recodo del camino, vi una cafetería y pude sellar allí por primera vez, y mientras preparaba todo, vi a un señor japones de unos 70 años pasar andando, eso me dejó que mientras lo alcanzaba apagase mi linterna y disfrutar del camino siguiendo su luz.

Al alcanzarlo descubrí que el buen señor peregrino, no hablaba nada de español ni de inglés, y como supondréis mi japones no pasa de «mata ne» o «arigato», de modo que teníamos un problema, pero lo solventamos bastante rápido.

Yo saqué la cantimplora y le ofrecí agua, el hombre me sonrío y bebió y comenzamos a andar juntos. Cuando llegábamos a los cruces del camino, ambos buscábamos la flecha amarilla, ese mágico signo, y nos decíamos EH! y el otro asentía y lo seguía.

El ritual del agua y de los cruces tuvo lugar varias veces antes de amanecer, luego yo paré a sellar en una iglesia y nos separamos.

Continué andando solo, con mis dos sellos en la credencial, y tras pasar por varios pueblos y caminos, donde se veían ya mas peregrinos que se ponían en marcha con el sol desde mucho mas cerca de donde yo había salido, llegué al monte Do Gouzo.

Llegar a ese monte, a ese momento en el que tienes la primera vista en el horizonte la catedral de Santiago es un momento muy especial, y aunque esta no sea la etapa más bonita, si es la más emotiva.

Allí me quedé un rato disfrutando de las vistas, cuando mi «amigo» japones reapareció, y nos hicimos las fotos en el monte el uno al otro, ahora me arrepiento de no haberme hecho una foto con ese compañero de viaje del que no se ni su nombre pero que cruzó conmigo las tinieblas de la última etapa.

Yo decidí partir y seguí adelante mientras el descansaba, supongo que lo pasé en algún bar, y comencé el descenso a Santiago.

Ya estaba en la ciudad de piedra, a cada paso faltaba menos para llegar a mi destino, para cumplir mi meta… y las emociones del camino se intensifican, aunque he de reconocer que no era consciente, eso me ocurrió al día siguiente…

Tras recorrer todo Santiago, llegue a la plaza de Obradoiro, iba solo, rodeado de gente pero solo, y entonces me encontré con algunas de las personas con la que había andando esos días, peregrinos que el día anterior habían seguido adelante y de repente estaban allí, nuevamente el camino no me dejaría estar solo en uno de esos momentos especiales, y disfrute aquel momento…

Estaba en tiempo, de hecho una hora antes de la misa, de modo que fui y recogí mi Compostela con un orgullo enorme, y fui a la catedral.

Tuve la suerte de poder disfrutar del placer de ver el botafumeiro,  ya que no siempre lo mueven, pero aquel día un grupo de brasileños lo habían pagado.

Consejo nómada: El botafumeiro lo suelen bailar los viernes en la misa de las 19:30, por que es cuando más afluencia de peregrinos hay. Haz las cuentas, los 100km mínimos en 5 días a 20 km por día, llegarías el viernes… pero también lo vuelan si hay alguien que lo pague.

Después de haber disfrutado del vuelo del botafumeiro en la catedral y haberme encontrado dentro con otros tantos peregrinos con los que había compartido tramos del camino, me fui al albergue a ducharme y cambiarme, aun me quedaban muchas sorpresas ese día.

Quedé con una de mis mejores amigas de la universidad que vive en Santiago, así podría conocer a sus dos hijos y estar con ella y su marido.

Me acogieron como si fuera su hermano, así que aprovecho para enviarles un beso muy grande desde aquí a los cuatro.

Me llevaron a comer, y luego a su casa donde tenían piscina salada… algo que para las doloridas piernas de un peregrino es como música celestial.

Luego me llevaron a comer a un restaurante celta llamado, O fogar do Santiso, en el cual nos pedimos un chuletón de ternera gallega para compartir entre Marce y yo, y también comí, algo extraño en mi, croquetas de espinacas y tempura de verduras…

La verdad es que se portaron de lujo, no me dejaron pagar nada y yo quería tener un detalle con ellos.

Al día siguiente quedamos para despues de comer de nuevo, pero eso os lo cuento en la siguiente entrada junto con algunas cosas interesantes de la ciudad…

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