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Cómo hacer una excursión a Pamukkale por nuestra cuenta

Si pensáis hacer un viaje a Turquía uno de los “must go” es Pamukkale; ese castillo de algodón  que sale en todos los catálogos y que son, en realidad, travertinos. Nosotros optamos por hacerlo en bus desde Capadocia. En Turquía hay compañías de autobuses muy potentes y esa competencia facilita la bajada de precios, el único pero, es que los asientos no son mixtos, eso significa que los asientos juntos chico-chica escasean y se acaban enseguida ocupados mayoritariamente por turistas. El trayecto Göreme- Pamukkale se agota con bastantes semanas de antelación en las mejores compañías como Metro o Pamukkale Bus, que son de ámbito nacional. Por lo que os recomiendo hacer la reserva con antelación.

Nosotros, para añadir más emoción al viaje, lo dejamos para el día de antes por lo que tuvimos que hacer el recorrido en una compañía local llamada Öz Elbistan. Antes que nada decir que nosotros íbamos a Pamukkale de excursión, camino de Antalya que queríamos dejar nuestro equipaje en la estación de autobús las horas que estuviéramos allí.

Primer problema, en Pamukkale no hay estación de autobuses, la más cercana está en la ciudad de Denizli a pocos kilómetros.

Habíamos leído que se podía dejar en algunas oficinas de la compañía bus. Al preguntar en la oficina donde compramos el billete en Capadocia; el gentil comercial nos dice que es nuestro día de suerte, y que por el módico precio de 30€ nos busca una habitación para dejar el equipaje y pasar las horas desde que llegamos (4 y media de la mañana) hasta que abren el travertino (a las 8). Decimos que lo vamos a pensar aunque nos suena un poco raro y al final pasamos. Y menos mal que pasamos del tema.

Hay que decir que nuestro bus salía a las 19h de Göreme (Capadoccia), el bus iba lleno en pleno julio y al cabo de hora y media hicimos una parada, de media hora, reanudamos la marcha y tras 3 paradas más a las 5 de la mañana nos levanta el revisor (es como una especie de azafato que va en todos los buses) al grito de Pamukkale. Todos los guiris salimos un poco atontados ya que la mayoría estábamos durmiendo. Lo primero que nos sorprende es que estamos en medio de la nada, en concreto en medio de una autovía. Rápidamente un tíos con una furgo nos recogen el equipaje y nos montan, vamos dirección a Pamukkale. Esta práctica es muy común, lo digo porque suena raro, en nuestro caso como íbamos unos cuantos pues nos fiamos de aquellos tíos y su furgo, pero me imagino el mosqueo si hubieramos ido nosotros solos. Que sepáis que es lo más normal.

Llegamos a Pamukkale a las 5 de la mañana, todavía es de noche y el señor nos lleva a su agencia. Nos explica que tiene excursiones, le decimos amablemente que preferimos ir a nuestro rollo, pero que necesitamos un sitio donde dejar la maleta, nos dice que sin problema que él nos la guarda a cambio de 10 Libras. También nos dice que nos podemos quedar allí hasta que abran el parque. Aprovechamos para leer un rato y mirar el móvil. A las 6:30 ya es de día y decimos explorar un poco el pueblo, y ver si podíamos encontrar un sitio donde cambiar dinero. Como no hay oficina de cambio disponible decidimos probar en algún hotel por si el recepcionista se enrolla.

Los hoteles en Pamukkale son bastante particulares. En ninguno encontramos la recepción abierta. Todos con un cartelito que ponía el horario, deciros que la mayoría abren de las 9 para adelante, por lo que si pensáis dejar la maleta e iros de excursión, este no es el mejor plan. En el lobby de los hoteles suele haber gente durmiendo, son los que, como nosotros llegan en bus y deciden echan una cabezadita antes de ponerse en marcha.

Son casi las 8, hora de entrar al castillo de algodón, es la mejor hora para hacerlo y así evitar las manadas de turistas que llegarán un poco más tarde. Entramos por la puerta que da al pueblo, pagamos 72 TFY por la entrada combinada Travertino + Hierápolis  y vamos subiendo. Pasas por taquilla y cuando llegas a una zona te tienes que descalzar que el travertino es una joya natural y hay que cuidarlo. A ver tienes 2 peligros el primero resbalarte, aunque la superficie es bastante rugosa en algunos lados si te puedes dejar el peroné en alguna zona. Lo segundo es que, a veces, caminar duele, si pisas alguna parte que tenga pequeñas aristas pues molesta bastante.

A lo largo del travertino, te puedes bañar en las diferentes piscinas, son artificiales, ya que en las naturales está prohibido el baño. Allí te encontrarás de todo, desde grupos de abueletes británicos que se juegan la integridad física con tal de darse un chapuzón en una piscina, hasta influencers en bikini, capaces monopolizar uno durante media hora para cabreo del resto.

Conforme vas subiendo te vas encontrando con más y más gente. Ten en cuenta que el aceso  de los grupos que vienen en bus es por la entrada superior, la que pega a Hierápolis, y por lo general tampoco tienen mucho tiempo por lo que esta zona suele estar abarrotada.

Tras salir por el acceso sur nos dirigimos a las piscinas naturales, no se puede entrar pero se pueden ver desde una pasarela, las mejores fotos del travertino se sacan desde allí porque es la parte más bonita de todas.

Luego nos dirigimos a Hierápolis, la antigua ciudad romana. Lo mejor sin duda es el teatro, de los mejores conservados que hemos visto. Hay que subir una pendiente y ya estarás dentro, lo mejor del conjunto arqueológico.

El resto pues es un yacimiento y lo que veréis es lo que hay en muchos otros lugares, edificios en fase de restauración o parcialmente excavados, lo que unido al sol de julio que al mediodía cae a plomo sobre nuestras cabezas, puede hacer que la experiencia sea de lo más pesada. Lo mejor, sin duda es ir al museo para ver la fantástica colección de escultura y restos romanos.

También hay allí una atracción llamada Piscina de Cleopatra, Había visto fotos de ella y me parecía un lugar de ensueño, pero como muchas cosas en la vida, los filtros obraron un espejismo que la realidad tiró por el suelo. Lo cierto es que la piscina de Cleopatra es mucho más pequeña de lo que parecía en las fotos, también ayudaba precisamente a este efecto el que hubiera 400 personas dentro, por lo que olvídate de hacer un largo dentro de la piscina. Las columnas del fondo están overbooking. En fin, que no merece mucho la pena. Si quereis estar en remojo lo mejor es volver al travertino que es gratis porque la piscina es de pago, hay un torno en la entrada y si entras ya no puedes salir.

Intentamos salir por la salida de arriba, el problema es que no hay trasporte por lo que tienes que coger un taxi para bajar el pueblo o volver a bajar por el travertino. Nos decidimos por esto último. Son las 2 de la tarde, y a esas horas al sol hay que unirle las 50.000 turistas que han llegado, ya no sabes si estás en un Primark. Bajamos poco a poco, intentando no matarnos por  que la aglomeración es considerable. Cuando llegas a bajo das gracias al cielo por haber sobrevivido. Vamos a recoger las maletas a la oficina, tras pagar nos dirigimos a coger el Dolmus para ir a Denizli. El bus cuesta a penas 3,5TRY y en 20 minutos estás en la estación de buses, moderna y enorme,  desde allí se puede llegar a cualquier punto de Turquía.

En fin, que os recomiendo ir a Pamukkale, estar en Turquía y no ver esta maravilla es imperdonable, con 4 horas tenéis más que suficiente. Y sobretodo ir a primera hora de la mañana o a última de la tarde para evitar el sol y la bulla.

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